Tras la partida de las aves este quedó solo con los restos de aquello que conformaba su hogar. Soy un árbol con un gran hueco en el centro el cual ocupaban cierta clase de aves para hacer de este su morada. Cáscaras secas de aquellas frutillas que les servían de alimento y ramas con lodo seco que conformaban el nido… el nido que ahora quedó vacío. La vida que había estado justo en el centro llenando ese vacío se había ido.
Soy un árbol en otoño, un árbol que espera ser presa del más duro invierno. Mis hojas se han tornado café apagado y se vuelven pertenencia del suelo creando una melancólica alfombra otoñal en este bosque.
Los días pasan y soy un árbol seco y desnudo junto a mis demás compañeros en este solitario bosque sin aves que nos canten. Desnudo y vulnerable paso cada noche.
Tengo miedo, tengo frío.
Árbol de pesares y brumosos quejares
ResponderEliminarrecuerdo a usted, mi interfecto
no existe invierno alguno perfecto
falta tiempo, lo sé, para días solares
Pero no decaiga en usted el ánimo
que sus entes plumíferos morarán de nuevo
dejen se den en cálido un hálito
días después del año neófito y nuevo
Tenga ningún miedo ante este haber
sólo un vago e irrelevante menester
el frío es cosa relativa del cuerpo
cito [mal] a Descartes: "Cogito sum ergo"
Saludos, Fausto.
Wow, alguien de por aquí tiene fluidez para la escritura. Bonitos versos.
ResponderEliminarGracias por el comentario, Reinhardt!