miércoles, 21 de diciembre de 2011

Procesión.

Camino de noche entre gente sin rostro, alumbrados por la débil luz de las antorchas que llevan consigo. Murmuran y sollozan durante la caminata, caminando desganados. Sin fuerza, lentamente siguiendo el camino que siguieron sus ancestros. Hoy nos toca a nosotros.

En este pueblo hay sequía y frío. Días extremadamente calurosos donde el viento caliente trae consigo polvaredas que solo hieren la piel. Ni una sola gota de agua trae consigo. ¿Nubes? Ni hablar de ellas, las conocí de pequeño, pero después de lo que sucedió aquí no volvieron a asomarse. A los niños pequeños se les platica que eran como algodón en el cielo. Ellos nunca las conocerán. Todo aquí es maldito y las nubes son un regalo del cielo. No las merecemos.

En este lugar solo hay miseria de día y noche. Un sol hostil que mata la siembra y el ganado, dejándonos sin ninguna otra opción más que recurrir a alimentarnos de nuestra propia gente. Es en la noche cuando ocurre esto. Los llevamos a la colina del pueblo donde ocurre el sacrificio ofrecido a nuestro dios, con el propósito de recibir el perdón y que regrese la vida a nuestros hogares y luego tomamos una parte de la ofrenda para nuestro sustento. Solo una pequeña parte...

Y si se preguntan por qué camino entre gente como ellos, pues es sencillo:

"Aquellos que nos alimentamos de la carne y sangre de nuestros hermanos nos tocará más tarde dar la nuestra en agradecimiento. Todo sea por el sustento de nuestro pueblo y mantener esta tierra con vida."

Hoy es el día en el que nosotros agradeceremos y la tierra será regada con nuestra sangre.

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