viernes, 6 de enero de 2012

Para un androide.

Quisiera poder, quisiera poder trazarte en caricias.
Trazarte toda. Recorrer cada parte de tu cuerpo.
Sentir la suavidad de tu piel y terminar cruzando las miradas.
Los dos solos y juntos en el más perfecto de los silencios.

Quisiera pasar esta noche a tu lado, tan solo esta noche.
Dormirás tranquila a un lado mío, yo te contemplaré y después de varias horas,
casi llegando al amanecer, dormiré... 
sabiendo bien que al abrir los ojos seremos extraños el uno del otro.

Abrazaré a cada uno de tus recuerdos y pensaré en ellos con cariño.
Los abrazaré cada día. Y cada vez que piense en ti y el olor de tus cabellos de miel, 
este corazón en pleno gozo quedará convertido en un corazón en llamas.

martes, 3 de enero de 2012

El cielo.

Miró al cielo y se encontró con nubes grises y secas. Inalcanzable era el cielo que estaba encima de él, pues claro, era un océano en las alturas lo suficientemente amplio como para hundir la mirada en él y ahogarse entre los pensamientos que habían sido encomendados hacia las alturas por todos los habitantes de la Tierra.

Pasaron los días y se fue secando más y más. Si en algún momento el cielo estuvo vivo, hoy ya no más. Uno debía tener cuidado al mirar para no lastimarse con los ojos con las astillas de nube que caían.

El cielo se nos cae a pedazos, cada vez más rápido y no tardará en caerse por completo.

Y nos preguntamos cuál era la razón de su caída durante varias noches hasta que nos dimos cuenta que el cielo se caía porque habíamos dejado de soñar.